Mucho se ha hablado del concepto Bien Común y tal pareciera
que hablar de él, nos da autoridad moral para usarlo en nuestros argumentos
cotidianos a diestra y siniestra o peor aún, cuando sin un ápice de intención para
comprenderlo pretendemos convertirlo en un concepto abstracto que de cierto
aire de intelectualidad a nuestra verborrea.
Es un tema que amerita un estudio profundo para no errar en
su praxis al concretar su esencia. La ligereza con el que lo tratamos
cotidianamente nos podría llevar a la injusticia.
Es importante mencionar que el Concepto es ampliamente
abordado y con gran delicadeza en el Documento “Los Pilares del Humanismo del
Partido Acción Nacional” y que sin duda
es de indispensable lectura.
Sin embargo, consciente de la vitalidad del tema, lo abordo
para sugerir siquiera su estudio y para que coloquialmente pueda aportar un comentario al respecto, me parece
debiéramos considerar su semántica, lo mío aquí expresado es tan sólo eso, un
comentario. Aunque vale hacer referencia que para profundizar en el tema es
recomendable leer a Jackes Maritain, o a alguno de los grandes Tratadistas del
tema.
Partamos de la definición de BIEN COMUN que nos da el
Humanismo, como legado para hombres y mujeres de buena voluntad y que el
Partido Acción Nacional, lo hace evidente; al margen habrá que decir que es el único
partido que lo considera dentro de sus principios, (esperaría que si alguien en
este pluralismo del conocimiento, tiene un dato diferente, nos lo comparta para
salir de esta involuntaria ignorancia).
“El Bien Común es el conjunto de condiciones sociales que
permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de todos y
cada uno de los miembros de la comunidad.”
Aún así, tal definición incluyente de su propio significado,
no queda clara en lo específico y exige desmenuzarla para un provechoso
entendimiento y puesta en práctica; para ello partamos de tres premisas ya
estudiadas vastamente y que han sido pilar del desarrollo justo en las naciones
del mundo libre, acorde con el magisterio de la Iglesia que nos da luz a través
de la Constitución apostólica Gaudium et Spes. El Bien Común tiene tres
premisas:
a) El respeto a la persona en cuanto tal.
b) El bien común exige el bienestar social y el desarrollo
del grupo mismo.
c) El bien común implica la paz, la estabilidad y la
seguridad de un orden justo.
El respeto a la persona en cuanto tal.
Ya con el hecho de confirmar que la persona vale en cuanto
tiene dignidad, quedaría resuelto el tema, sin embargo, a la luz de lo social
no queda clara su preeminencia.
La esencia del orden social no es el colectivo, sino la
persona humana, no se adquiere valor por formar parte de una sociedad, sino que
cada quien vale en sí mismo como individuo, puesto que poseemos la aspiración a
alcanzar nuestro fin último y el fin último de cada uno de nosotros no es el de
la sociedad; de igual forma no hay colectivo ni sociedad, si no existiera el
conjunto de personas. Aceptar el valor que tiene el individuo como persona es lo
realmente importante y nos permite justificar su acción predominante sobre el
de la sociedad. Así el bien común, desde este aspecto, no es la suma de los
valores sociales, ni el de los bienes materiales de cada quien sino las
condiciones que hacen que el individuo alcance su fin último, su trascendencia
como ser humano, su perfección.
Decía Santo Tomás "El bien común es el fin de las
personas singulares que existen en la comunidad, (en analogía) así como el fin
del todo es el fin de las partes. Sin embargo el bien de una persona singular
no es el fin de otra." Lo anterior viene a colación para tratar de
entender lo complejo que es este concepto pero que finalmente podemos concluir
que el Bien común lo encontramos en la sociedad y debe buscar las condiciones
que satisfagan las necesidades tangibles (del cuerpo) como las intangibles (las
del espíritu). Considerando al individuo como persona.
En términos coloquiales el El Bien común busca satisfacer en
cada uno de los integrantes de la sociedad, es decir de las personas, que éstos
alcancen su perfección a través de condiciones que contemplen las exigencias corpóreas
como las intangibles. No se trata de satisfacer únicamente el bienestar del
colectivo, el bien común no es de masas, como tampoco del egoísmo liberal del
bien personal en perjuicio de los demás.
El bien común exige el bienestar social y el desarrollo del
grupo mismo.
Una vez establecido la importancia que tienen los individuos
en la sociedad por el reconocimiento de su dignidad como personas y que el fin
del Bien común es que todos alcancemos la satisfacción plena de nuestras
necesidades físicas, materiales y aspiracionales como individuos, pero también en cuanto a la
inmanente esencia trascendental del hombre que considera elementos intangibles
y que son inalienables del hombre mismo, como ese soplo de vida que es el alma
y que quizás otros lo consideren como su “psique”, inteligencia, voluntad,
memoria, conciencia etc.
Pero para alcanzar esos presupuestos es necesario que haya
bienestar en todos los aspectos y que comprometa a la persona en cuanto
individuo a que sea solidario con la comunidad en donde se desarrolla, es
decir, tiene que estar dispuesto a
superponer sus intereses a las necesidades de los demás; la persona individuo tiene el deber de
procurar todo cuanto esté a su alcance para que en la comunidad haya ese
ambiente de paz social y desarrollo; no basta que los gobiernos procuren el
desarrollo social, tecnológico, de infraestructura, por supuesto que tienen la
obligación, pero el ciudadano también tiene esa enorme responsabilidad de ser
copartícipe en la generación de esas condiciones. Sí, parece utópico, pero de
eso se trata, de perseverar como sociedad en los medios que nos procuren la
satisfacción de nuestras necesidades tangibles e intangibles. Sólo así podremos
alcanzar nuestro fin último, nuestra perfección.
El bien común implica la paz, la estabilidad y la seguridad
de un orden justo.
La Paz, la estabilidad y la seguridad son condiciones sine
cua non para que el bien común se de. Hablar de Orden, de Paz, de Estabilidad y
de Seguridad sin duda alguna inspira un sentimiento pleno que permite tener la
confianza en alcanzar el bien ansiado, sin embargo para ello hay que esmerarse.
Lo trascendente es que hay un ordenamiento tal que todo y cada quien encaje en
la responsabilidad que le acontece.
Debemos ser promotores de una cultura que respete los valores
y principios del hombre como base
imprescindible para la paz y para el bienestar social, seguro redundará en el
ordenamiento de las cosas mismas y traerá seguridad.
Y con ésto, hoy, se hace presente una sentencia de un
memorable personaje de nuestra historia que ha trascendido: “El respeto al
derecho ajeno, es la paz”. Benito
Juárez.
A manera de resumen y como comentarios finales.
El bien común contempla integralmente a la persona en cuanto
individuo y en cuanto su potencias.
El Bien común no es de masas, ni de individualismos egoístas.
El Bien común no es la
sumatoria de todos los bienes.
El bien común te hace responsable a tí como persona, aunque
tengas que superponer tus intereses a la de los demás, si ello implica el
bienestar de todos.
El Bien común no es sólo desarrollo y bienestar en cuanto a
satisfactores materiales.
El Bien común es para todos, no para unos cuantos o para unos
muchos.
Requiere de perseverar en las condicionantes que nos
garanticen paz, seguridad… un orden justo.
Veámonos a un espejo…
Ante los acontecimientos reiterados en los diferentes institutos
políticos, habría que preguntarnos si en verdad están cumpliendo con su papel
para transformar a la sociedad y permitir que cada ciudadano alcance sus
satisfactores de manera solidaria, o es que los intereses personales, disfrazados
de bien común, son los que se anteponen a las circunstancias.
No es fácil pero necesitamos educarnos en los valores y
principios que dan sentido a nuestras vidas.
No es suficiente aportar un granito de arena para lograrlo,
para ello se requiere de poner a disposición todos los talentos sin egoísmos, ¿quién
le mete?