En el marco de la Jornada Mundial
por los Pobres, celebrada por vez primera el pasado domingo 19 de
Noviembre, cobra fuerza el llamado a los
hombres y mujeres de buena voluntad, ante la necesidad apremiante de ver en los
más infortunados, la esperanza de encontrar en esa condición humana un motivo
en nuestras vidas que nos acerque a cumplir nuestra misión, que nos ayude a
sacar lo mejor de nosotros en virtud de aquellos.
Y ha sido un campeón de la
solidaridad con los pobres desde siempre, quien ha tenido la visión de
acercarnos, y hacernos reflexionar sobre el flagelo de la pobreza en todas sus
condiciones. Así Jorge Mario Bergoglio, el
actual Papa quien para su pontificado decidió, no en balde, elegir el nombre de
Francisco, es promotor de la esperanza para los pobres y nos invita formar
parte de ella independientemente del credo, cultura, ideología. Cuenta el mismo Papa que cuando las votaciones
se ponían cruciales para ser elegido, pero al fin definitivas, su amigo el Cardenal Claudio
Hummes le pidió: No te olvides de los pobres, marcando así su pontificado en
plena solidaridad con los más desamparados.
Aun hoy no alcanzamos a
dimensionar el sufrimiento de los pobres, a pesar de que a diario somos
testigos de la injusticia social, de las perversiones inmorales, de la
violencia a que son sometidos estas personas: drogas, miseria, falta de oportunidades,
injusticias legales, corrupción, impunidad, privación injusta de la libertad,
trata de personas, falta de oportunidades laborales, ignorancia, esclavitud, la violación de
derechos humanos, miseria, avaricia de unos pocos, pero sobre todo de una gran
indiferencia quizás inconsciente pero forzada por parte nuestra, convergen para
darle rostro a la pobreza que padecen
muchos de nuestros prójimos. Ante tal circunstancia no podemos ser ni
indiferentes ni sordos ante el clamor exasperado de los más necesitados.
Según los últimos datos
reportados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), La
pobreza de 2014 a 2015 se incrementó en 7 millones de pobres pasando de 168
millones de personas afectadas a 175 millones en Latinoamérica, y en sólo ese
año el número de indigentes en la región pasó de 70 a 75 millones, sin duda
reveladores los datos. Según ésta Comisión 1 de cada 3 latinoamericanos está en
riesgo de pasar a ser pobre.
Algo estamos haciendo mal en Latinoamérica
y particularmente los gobiernos de los países en esta región cuya ideología política
está sustentada, ya no digamos en un socialismo decadente, sino en una teología
de la liberación que sutilmente avanza, haciendo de los pobres no su “opción”
sino su “mercado” y vaya que con gran éxito. Esos países cuyos gobernantes son emanados
de partidos de izquierda, los podemos identificar perfectamente, ahí están
aglutinados, en el “El Foro de Sao Paulo” y al que recientemente y con gran
entusiasmo se sumó el partido de Andrés Manuel López Obrador, morena (movimiento
de regeneración nacional) de igual forma, aunque con muchos más años de
pertenencia, está el partido de la Revolución democrática, entonces podemos
tener una idea de la intención de la política social de estos partidos para
combatir a la pobreza.
Claro que con personas como el
secretario de Desarrollo Social, el sr. Luis Enrique Miranda, no sé qué sería peor.
He de ser justo y reconocer públicamente que no son los de izquierda quienes
tienen únicamente como “opción” a los pobres, también están los perversos
pragmáticos a quienes les interesa que los haya, para dar pie a sus intereses y
casi inconfesables motivos políticos. Así los vemos siendo cínicamente apapachadores
y dándoles a tole con el dedo a esos infortunados.
Como ayuda a la autorreflexión me
cuestiono: con cuántos pobres me cruzo en la cotidianeidad de mi vida, cuántas
veces he acudido al encuentro de algún necesitado; cuántas veces los he
ignorado, cuántas veces he pensado, “esa no es mi responsabilidad”, cuántas
veces he decidido no hacer algo, esperanzado en que hay quienes tienen la vocación para atender a
los pobres, misma que yo no tengo; cuántas veces le he dado una aspirina a mi
conciencia para evadir esa condición de mi prójimo y así no entorpecer mi
proyecto de vida. Cuántas, cuándo, quiénes…en fin tantas preguntas que hay que
responder al respecto.
La opción por los pobres no es de
una teología liberalizadora, sino la solidaridad con esa condición de los más
infortunados. Los pobres de ninguna manera son una moda y si en cambio pueden
ser expresión e instrumento del humanismo que nos de la oportunidad de aliviar
el sufrimiento de nuestro prójimo y hacernos virtuosos, acercándonos a un plano aún más trascendente. ¡Seamos solidarios
con nuestros pobres, seguro hay uno muy cerca de nosotros!
Vaya pues también un
reconocimiento a aquellos y aquellas, quienes muchas veces de manera anónima y
sin pedir nada a cambio se ocupan de los pobres, y a nosotros los más afortunados nos muestran el camino de la solidaridad.
De remate.
En el sainete del Congreso para
ratificar al Vice fiscal anticorrupcíon, Lic. José Enrique Goff Ailloud, una
vez más se dejaron de escuchar las voces de la sociedad civil, aunque digan lo
contrario, más aún fue una decisión que es evidente que operaron en lo oscurito
así: ¡vale sorbete!