En esta nuestra sociedad cada vez
más comunicada, para nadie es un secreto lo que acontece en el ámbito político
en nuestro estado. ¿Alguna vez han ido a lustrarse los zapatos a la “Plaza
grande”, han utilizado últimamente el servicio de taxi de cualquier
cooperativa o de esos que lo prestan con
plataformas cibernéticas? Boleros y
taxistas les pueden comentar el acontecer ciudadano, por si no estuvieran
enterados, pero además, ahí están los tabloides y toda la gama de portales que
intentan dar las noticias, incluso a través del fenómeno de la redes sociales.
La información es vital.
Lo cierto es que hoy estamos
apabullados por el acontecer de lo que trasciende en el ámbito político local y
específicamente en el Partido Acción nacional, PAN. Sería irracional bajo estas
circunstancias, tapar el sol con un dedo y no intentar siquiera conocer lo malo de la historia para no repetirlo
de nuevo.
Podemos tocar el tema de otros
partidos y sacar raja de ello pero ¿acaso somos capaces de enfrentar nuestras
circunstancias para analizarlas en Acción Nacional?. Considero prudente atender
el tópico, al menos para quienes estamos interesados en la democracia en
México, y siendo los partidos políticos,
entre ellos el PAN, elementos principales
de ella, amerita involucrarnos en su actuar institucional.
Algunos se rasgarán las vestiduras pidiendo
que la ropa sucia se lave en casa, pero no cedamos ante esas voces porque se
corre el riesgo de ver a este instituto político postrado ante el chantaje
anacrónico y pusilánime de unos cuantos.
Eso no quiere decir que nos
conduzcamos por la libre, cualquier discusión del bien ser en el partido tiene
que estar fundada en los principios, valores, estatutos y códigos de Acción Nacional,
todos ellos inspirados en el humanismo que privilegia la dignidad de la persona
y es que así lo hemos aprendido los panistas.
Ya en materia…
Pues bien, seguro todos ya
sabemos del “acidogate”. Asunto que
tiene que ver con el derramamiento de sustancias tóxicas en las recién
repavimentadas calles de Mérida y por lo cual el presidente del Comité Directivo
Municipal, CDM, del PAN en Mérida, en forma pública lo denunció álgidamente, dando
pie al sainete con medios de comunicación. Esperemos que sólo sea eso. Lastimosamente
con esta acción, el dirigente puso al descubierto su imberbe novatez intentando
erigirse como fiscal del Ayuntamiento, asunto que no le compete, a mi parecer.
Dicha denuncia, que ha ido
desencadenando en una vil y ruin historieta con tintes de revanchismos y atentando flagrantemente en contra del
estado de derecho en su aspecto más simple que es la de propiciar el
esclarecimiento de los hechos con verdad para que se haga justicia, es ya un
capítulo superado. La autoridad competente será quien juzgue el caso, como debió ser desde el
principio.
Pero como consecuencia del
bochornoso asunto de dimes y diretes de manera pública respecto a este tema, se
gestó una demanda de quienes se autodefinen como “panistas de a pie” aunque
hasta el día de hoy no se a quienes representan, y en la que solicitan la
licencia del dirigente municipal, en un principio la consideré justa, sin ser
partidario de ella, ejercieron un derecho que les concede la Ley y los
estatutos del PAN, así que tampoco los señalo con el dedo flamígero, pero ahora que vuelcan su demanda utilizando
elementos indignos y justificando los medios para su fin, han desvirtuado
cualquier legitimidad de sus pronunciamientos y son ellos mismos quienes en
esta ocasión violentan los preceptos establecidos en La Cartilla del militante
y del simpatizante del partido. En ese tenor tendrán que dar cuenta de su
proceder, para ser justos.
Lo que ha proseguido es motivo de
una llamada de atención a nuestras conciencias pues no es peccata minuta el asunto, que ha rebasado
cualquier expectativa convirtiéndose en un maremágnum nada ético y poniendo en entredicho
el valor de la dignidad humana, principio fundamental del partido que aunque
pareciera un tema romántico, es hoy un fundamento que debemos respetar y aquilatar
si queremos ser copartícipes del bien común.
Una vez más, en los últimos días
hemos sido evidentemente, rehenes de una
andanada de audios, videos y chismes que ocurren ante la debilidad por el
escándalo, como intentando ser el remedio a los problemas del partido político,
mediante la exhibición prosaica de algunos de sus militantes o de plano
procurando infringir un descalabro al PAN, ésto último imposible. Acción Nacional es más que la ingratitud y
deslealtad de cualquiera de sus militantes, pero finalmente ese escarnio lacera,
y no superficialmente la identidad de la militancia, mostrándonos vulnerables
ante la sociedad. Pero además, están tras bambalinas, los intentos por ver a
los militantes como moneda de cambio en aspiraciones políticas con intereses
inconfesables. Es un secreto a voces que a algunos tasan su valor específico en
tanto cuanto pueden mover al mayor número de conciencias. Escándalo y
corrupción mancillan la dignidad humana.
No permitamos que se intente
desvirtuar la verdad, ni que se violente la dignidad de las personas, si bien todo
acto humano es susceptible de ser cuestionado en su integridad, sería temerario
e injusto hacer un juicio sumario y más aún cuando la argumentación ante los
hechos resultan ruines, pero también
estemos atentos ante los embates de chantajes por intentar comprar nuestras
conciencias, eso no permitirá que avancemos en la libertad, condición sine qua
non para la democracia.
Hoy se nos presenta una nueva
oportunidad para ser más acuciosos a la hora de elegir a los próximos
dirigentes y servidores públicos, reconociendo que tendrá que ser así por
encima de lealtades insanas.
Remate
Temo que el poder político ha
sido rebasado y ahora se concreta exclusivamente a la regencia de las facciones
partidistas, del crimen organizado, de la corrupción, del embate de la
inmoralidad, de la apatía social disfrazada de una gris participación
ciudadana. Es hora de romper con esos vicios y…¡cuidado que el populismo
acecha!
Reconozcamos que no nos hemos
conducido por rutas de exigencia como antaño en el PAN, sí, aquel de principios
y valores, aquel que ha sido pieza clave en la conformación de nuestra nación,
aquel de Gómez Morín, de los González Luna y Morfín, del de Carlos Castillo Peraza y de otros tantos que
recordamos con entusiasmo y frecuentemente los mencionamos en nuestros
discursos. Si queremos aspirar a ese ideal tendremos que actuar en consecuencia,
ser promotores de la verdad y sobre todo privilegiar el bien superior, el bien
común, de lo contrario perderemos esencia y únicamente estarán personeros de sí
mismos usurpando los espacios políticos. Regresémosle al PAN la propiedad de ser
el mejor partido político de México.
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