Pues sí, soy un convencido del “sí
a la vida”, de la familia, de mi fe, de la confianza en mí iglesia, consciente
que está conformada por seres terrenales, del bien ser, de las buenas
costumbres, del tan anhelado bien común, pero para ello hay que trabajar duro, ser
valiente pero también inteligente para defender de lo que se está convencido y
partir de un enunciado que se dice fácil, pero cómo cuesta: “el fin no
justifica los medios”
Hace unos días se suscitó un episodio
en un lugar de la de la ciudad de Mérida, ahí en una calle donde opera una clínica,
algunos dirían “clandestina”, espero tenga todos sus permisos en regla, y en
donde un grupo de ciudadanos motivados por una campaña del “sí a la vida” sin
duda un motivo superior, algo que algunos les cuesta entender, se manifestaron
y lo han hecho en varias ocasiones elevando sus rezos y practicando actos
piadosos en la acera de enfrente de dicho lugar, logrando en primera instancia
ser bautizados como los o las “rezanderas”. Un acto valiente para algunos, para
otros, ridículo, para otros más, violento, y algunos llegaron a pensar que
ocioso, pero lamentablemente para la mayoría, intrascendente.
Si bien la Constitución garantiza
el derecho que tienen los ciudadanos a manifestarse libremente como quieran, y
la libertad es el acto de escoger entre dos “bienes” el mejor, me parece
insensato violentar a quienes ellos consideran como “pecaminosos”, porque como
sucedió, no recibieron diálogo ni tampoco la intención de alguna respuesta
propositiva, sino todo lo contrario con una andanada de mensajes subliminales y
de muy mal gusto con la presentación de una imagen que bien pretendía ser una
vulva aunque en una expresión bastante abstracta por lo que pude observar,
atentando no sólo contra las buenas costumbres, sino contra el mismo reglamento
de tránsito puesto que el vehículo donde tenían tal exposición estaba en franja
amarilla violando el reglamento, y lo
que se esperaba como respuesta fue tal “si tú me atacas, yo te ataco”.
Todos los derechos de autor
reservados por el caricaturista.
No justifico a los rezanderos y
menos a los administradores de tal “clínica” pero debería reinar la sensatez y
en esta situación, intervenir el imperio de la Ley para solucionar el caso. Sin
duda se hace necesaria la exigencia de verificar el funcionamiento de dicho
establecimiento para corroborar que opera legalmente, de lo contrario
estaríamos en riesgo de un problema de salud pública y es el Estado quien debe
garantizar que ésto no se dé.
La polarización de la sociedad
está latente, sin embargo estamos ante una comunidad burguesa y apática en
dónde es claro que no tenemos la cultura de buscar y encontrar la verdad,
dejándoselo todo a las autoridades. No nos involucramos en circunstancias que
nos competen y el no actuar, no participar, nos hace irremediablemente
irresponsables. Si queremos que este mundo cambie y sea mejor no seamos
mediocres ¡actuemos!.
El hecho ha desembocado en una
serie de dimes y diretes y connotaciones políticas, no sé si los rezos hayan
dado, den o darán resultados pero por lo pronto me parece que el acto puede
recibir un revés ante el ataque de odio que muchos activistas, sin razón,
promoverán para pasarles la factura, sí esos mismos que defienden causas de
terceros, según sus intereses a la unísona voz de sus dichos. El fin no importa
siempre y cuando se salgan con la suya, en lugar de promover el orden y una vez más la sensatez.
Aquí el hecho es lo que se juzga
por lo que se ve, no sé cuáles sean las intenciones de la organización “laica”
(y no religiosa como han manifestados algunas voces que descargan sus odios,
fobias e intolerancia ante lo que ellos consideran rabiosamente como “religioso”
y clerical) “40 días por la vida”, pero es una realidad que si su pretensión
son sólo sus actos piadosos para
contrarrestar el pecado les recomendaría lo hagan desde lugares más adecuados,
ahora que si su intención es tomar parte para denunciar a la clínica por actos
ilegales, tendrán que tomar otras medidas incluso algún curso de “activismo y
disturbio social” si quieren llamar la atención.
Hago votos porque encontremos la
verdad de todo este acontecimiento, nada menor.
Finalmente he de decir que la
iglesia en Yucatán se ha mantenido prudente, sensata y diría demasiada
escrupulosa ante los eventos
eminentemente de laicos, aunque por el tema valdrá la pena escuchar su
magisterio.
De remate:
Estamos a unos cuantos días que
empiecen formalmente las campañas y el mensaje que los partidos han mandado
hasta ahora a la ciudadanía es francamente desalentador, como ciudadanos es
nuestra obligación participar, usemos
los medios a nuestro alcance, ¡no nos quedemos impávidos!
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