Hace algunos años, tuve el
privilegio de escuchar una conferencia del maestro Miguel Angel Cornejo (qepd),
se dirigía a la audiencia con una emotiva anécdota para narrar la explicación
que daba a un grupo de inversionistas japoneses del fenómeno de la corrupción, palabras más palabras menos les decía: la
corrupción es el impuesto más grande que tiene que pagar la población de un
país, y que puede llegar a cifras verdaderamente escandalosas, su origen es tan
versátil que se encuentra con porcentajes altísimos en cualquier sector de la
población y puede afectar el PIB (producto interno bruto) introduciendo mayor
inflación para un país, más toda una andanada de términos de la teoría
económica, en cambio si fuera en México,
en nuestro país, en América Latina, se referiría como, tranza, cochupo, “moche” y entenderíamos
perfectamente de lo que estamos hablando y cómo nos afecta. Pienso que cuando
el maestro habló de este tema no quiso relacionarlo con el fenómeno de la
globalización en la que México, si no exportó la maña de los moches, sí el
léxico (lenguaje en el argot delincuencial) para describirlo, siendo que actualmente
ningún país se salva de tan maldita actividad.

(con los créditos al caricaturista)
Lamentablemente la corrupción es
uno de los flagelos más ofensivos y que frenan el desarrollo de una nación y es
tan obsceno este fenómeno que se ha creado, incluso, el día internacional
contra la corrupción: el 9 de diciembre de cada año, para que no lo olvidemos.
Cifras estratosféricas que
laceran la dignidad de una nación completa, nos dicen que el 10% del PIB de
nuestro país, según datos de Instituto Mexicano por la Competitividad (IMCO) y
que coinciden incluso con las del Banco Mundial, la Organización de los Estados
Americanos (OEA), el Centro de Estudios
Económicos del Sector Privado (CEESP) corresponde a recursos producto de la
corrupción, es decir aproximadamente -dejen saco mi calculadora científica
porque en la normal no alcanzan los ceros- 2073 millones de pesos en 2016, información
cotejada y confirmada por el Instituto
Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
A lo mejor podemos pensar que el 10%
del PIB no es nada, pero imagínese que el tacón de su zapato tenga 10 clavitos
y que el 10% de ellos sobresalga, es decir un clavito, digo… un clavito no es
nada, pero con una punta filosa al interior de tu calzado, ¡un sólo clavito!,
seguro no es estarías dispuesto a tolerarlo, a menos que seamos masoquistas.
De las dos preocupaciones más apremiantes
para los mexicanos están: en primer lugar la corrupción seguida por la
inseguridad, así que es una realidad que en nuestro país tal calamidad está
lastimando la dignidad del ciudadano y la de nuestra nación. Se estima que los
ciudadanos de clase media destinan el 14% de sus ingresos para actos de
corrupción mientras que en la población de bajos recursos este dato llega al
33%, y no por voluntad propia sino obligados por las circunstancias, entonces
preguntémonos si esto de la corrupción no es un flagelo.
Pero aterricemos el punto, parece
que la tranza galopa sin freno y es que los últimos escándalos políticos de
gobernadores relacionados con tal fenómeno (los Duarte, Moreira, Borge,
Yarrington, Padrés etc.) y otros tantos funcionarios, actualmente servidores
públicos, han contribuido para que esta quimera se convierta además en un
estigma angustiante para los mexicanos. La iniciativa privada tampoco se queda
atrás con feroces planteamientos que han desenmascarado corruptelas lacerantes.
La Secretaría de la Función Pública hoy es un elefante blanco y aun no se
designa un Fiscal Anticorrupción, porque nuestros senadores no se ponen de
acuerdo, entonces, ¿de qué estamos hablando hoy día en el Estado Mexicano?
No obstante ya algunos partidos
políticos han tomado cartas en el asunto, algunos de manera descarada e
inoportuna como en el PRI al expulsar de sus filas a aquellos gobernantes o
servidores públicos que le han hecho “pasar aceite” (aún siguen algunos y
algunas por ahí placeándose muy campantes y hábilmente enquistados) y sin duda nefastos
para este país, otros siguen intentando ocultar bajo la alfombra sus acontecimientos
internos, como en el PRD, los menos son partidos chiquitos pero expertos de la
maña y, otros aun peor y desvergonzadamente, sin empacho y con la complicidad
de las autoridades siguen mancillando la inteligencia de los mexicanos, ahí
está López obrador y sus leales operadores en MORENA, ese es su modus operandi…(recordemos
aquellas famosas “ligas” cuando andaba en el PRD, o los sobres con dinero de sus
operadores caídos en desgracia y captados in fraganti recientemente, etc.)
Y a lo mejor se preguntan dónde
queda el PAN, ¡Ah si el PAN, el PAN!, sí, aquel que se erige como digno
representante del humanismo y del bien ser, ese también ha sido víctima de la
tranza, de los cochupos, de la corrupción de muchos de sus correligionarios y
peor aún cuando tuercen los principios que defienden a cabalidad, ese instituto
político no se cuece aparte. Me pregunto ¿qué se ha hecho en el PAN para
combatir la corrupción?. Su Doctrina y sus valores ya probados, ahí están y por
escrito, la brega de eternidad ha estado en momentos claves de la historia de
este país pero de nada ha servido en esta casi heroica lucha contra la tranza
pues irónicamente el factor que le impide cumplir con su fin es la presencia de
corrupción al interior del mismo partido.

Hace unos días, ante la denuncia
integrada por panistas y no, formulada a las instancias correspondientes del
Partido Acción Nacional, (aunque considero debieron haberla interpuesto ante la
PGR, seguro les habría dado mucho gusto atender la denuncia a panistas) se ha
emitido un dictamen, “pliego conclusivo” por parte de la Comisión
Anticorrupción del instituto político antes mencionado, dicha Comisión integrada
por Luis Felipe Bravo Mena (presidente) y los comisionados, Silvia Garza Galván, Fauzi Hamdan Amad, María Murguía Gutiérrez y
Ernesto Ruffo Appel, finalmente exoneró a los involucrados de presuntos actos
de corrupción, uno de ellos es el actual presidente del Comité Directivo
estatal del PAN en Yucatán: Raúl Paz Alonzo.
No estoy en condiciones de juzgar
ni de culpar a los involucrados en tales actos, no tengo elementos, y hacerlo
sobre las rodillas sería un acto de corrupción de mi parte, pero decimos
sabiamente que: “cuando el rio suena, agua lleva”. Sin embargo sí puedo decir
después de haber leído el dictamen en cuestión, que resulta decepcionante tal
resolución y no por el veredicto final sino por la tenue intención para
investigar los hechos señalados, percibo en el documento en cuestión, una falta
de actitud y no puedo calificar mas que de mediocre el tiempo que se dieron
para investigar el caso, no se advierte una manifiesta y decidida motivación de
llegar a las últimas consecuencias, cuestión que es reprobable, así sea que el
resultado culmine con la exoneración de quien no tenga culpa, o de que se castigue
a quien la tenga, sea quien sea, faltaba menos.
Debo elogiar la capacidad de los
demandantes por tan voluminoso expediente, faltó que anexen el juego de attari,
como en su momento lo hizo Jorge Carpizo Mcgregor en el “caso Posadas”. Pero
también enaltezco la entereza de denunciar el cochupo, la tranza, el moche. Sin
duda un encomiable esfuerzo al que deberíamos sumarnos como ciudadanos de
cualquier credo político.
Han dejado pasar las autoridades
en el PAN, irónicamente algunos de ellos señalados en actos indignos, la
oportunidad de proponer una nueva forma de actuar ante la corrupción, se tenía
confianza en la Comisión Anticorrupción hoy se desvanece ante la imposibilidad
para incrementar el nivel de credibilidad, no sólo en la doctrina humanista que
a la que se adhiere dicho instituto político sino también de la Política.
Estamos hartos de que sean los
partidos políticos promotores de combatir la corrupción y sea ahí dónde se den
los casos más escandalosos y oprobiosos. Algo estamos haciendo mal los
ciudadanos. Dejemos a un lado las
lealtades insanas y seamos congruentes con nuestra conciencia y con la
solidaridad que tanto ansiamos y necesitamos desde siempre.
Todo parece oscuro, sin embargo
se siguen dando las oportunidades en el día a día para reivindicarnos como
nación, cada quien haciendo lo que le corresponde, así que no bajemos la
guardia, no dejemos de actuar en ese sentido. Ya más pronto que antes tendremos
los procesos electorales democráticos internos y externos en nuestro país, no
desdeñemos la ocasión para marcar el rumbo. Sino nosotros, los ciudadanos
¿quiénes?
Remate:
“Cuanto más corrupto es el
Estado, mas leyes tiene”- Tácito. Esperemos que nuestros legisladores se pongan
las pilas y dejen de hacer leyes minúsculas, que a lo mejor lucen para ellos,
pero que no impactan profundamente en la sociedad. Necesitamos un fiscal
Anticorrupción ¡ya! y muchas cosas más, vayamos viendo a quienes les daremos la
confianza de ser nuestros próximos legisladores, no volvamos a meter la pata,
¡empecemos por ahí!